Hace un poco más de tres
meses, iniciamos un nuevo camino en otro país, cargado de sueños, proyectos y
esperanzas, con las maletas y el alma colmadas de fe.
Dada la situación de
Venezuela, decidimos finalizando el 2018, encaminar nuestros pasos hacia otro
destino donde tuviéramos la posibilidad de seguir el rumbo hacia el mismo norte
que desde hace mucho nos trazamos: una vida feliz para Elizabeth, llena de oportunidades
y de avances en su condición motora.
Fue una decisión que
veníamos postergando desde hace mucho tiempo. En realidad, desde la primera vez
que tuvimos la oportunidad de salir del país la primera vez y encontramos que
en México, y en sí en el mundo, había un sinfín de posibilidades para nuestra
hija que en Venezuela no podíamos ofrecerle.
Nos tomó más de 4 años
decidir finalmente, procesar todo lo que en Venezuela ocurría hasta que
empezamos a vivirlo en carne propia con la reducción de las opciones
terapéuticas para Elizabeth, la migración de sus mejores terapistas y de uno de
sus médicos de cabecera que nos dejó como decimos coloquialmente: en el aire.
A su vez los recursos
económicos ya no rendían lo suficiente para garantizar a la niña su atención en
terapias privadas y ni hablar de su escolaridad, cada vez más difícil para ella
y para nosotros, ante la negativa de los colegios privados en recibirla y ante
el desconocimiento de los colegios públicos en cuanto a cómo hacer su proceso
de integración.
Puedo decir, y estoy
segura de no equivocarme, los años que Elizabeth estuvo en el kínder o en el
primer y segundo grado, fue más porque sus maestras, todas de gran corazón, la
aceptaron y la apoyaron, la quisieron y defendieron dentro de sus aulas, que
por un proceso integrador serio, con directrices planificadas y que fuesen
guiadas por un organismo competente.
El único organismo
encargado del proceso de integración estaba convencido de que la niña debía ir
a una escuela especial, y así nuestra batalla se volvió más ardua. Pues
dificultaban su proceso de integración escolar y preferían centrar sus
evaluaciones en lo que ella no hacía y no en lo que podía hacer.
Así, entre un sistema
escolar cada vez más deteriorado, un sector de salud sin posibilidades de
atención verdadera y un país cuya economía ya no permitía sino la sobre
vivencia, tomamos la que consideramos la mejor decisión para el futuro de
nuestra hija: sacarla del país, emigrar, escapar como nos han dicho ahora en el
país que nos acoge.
Escapamos sí, dejando
atrás una vida construida, para iniciar desde cero otra nueva vida cargada de
posibilidades.
Con dolor en el corazón y
confiados en Dios emprendimos el viaje un 16 de noviembre, y desde que llegamos
a la nueva tierra, no hemos parado de recibir sorpresas siempre positivas para
Elizabeth.
Un mundo de posibilidades se abre
En estos cortos tres
meses ha sido evaluada por diferentes médicos y tenemos agendadas diversas
fechas de atención con cada especialista porque tienen que conocerla y
valorarla antes de poder continuar con el proceso.
Iniciamos las consultas
médicas en Hospital Garraham de pediatría y últimamente también en el Hospital
Gutiérrez, dos hospitales para niños de renombre y de importancia en el país. Cada
médico que la ha visto nos ha sorprendido, desde manifestar que la encuentran
muy bien para su condición, hasta la receptividad y el cariño con el que nos
han tratado, como si desde siempre hubiésemos estado aquí.
A la par de sus
evaluaciones médicas, hemos realizado paso a paso el proceso de inscripción
escolar, informándonos y manteniendo comunicación con el área de educación
especial y quienes para nuestra sorpresa, nos vienen guiando desde que aún nos
encontrábamos en Venezuela.
Poco a poco hemos
cubierto todos los pasos y ya en pocos días nuestra princesa iniciará sus
clases nuevamente, en el nuevo año escolar que aquí es de marzo a diciembre. Lo
hará en un colegio regular, pues como nos indicaron desde el área de educación
especial “se apuesta siempre por la inclusión”.
Para su integración
contará con una maestra celadora de apoyo motor que la acompañará en los traslados
que tenga que hacer dentro del colegio, como subir al ascensor (sí, el colegio
tiene ascensor y también rampas de acceso), de igual forma el Equipo de
Orientación Escolar asignará una maestra integradora que será el apoyo de la
maestra de aula para facilitar el trabajo con Elizabeth.
Hace pocos días fuimos
citados por el Equipo de Orientación Escolar para ver a la niña y conversar con
papá y mamá, indagar un poco la situación actual de la niña, qué hace la
familia, cómo vive, y al saber que somos venezolanos, pareciera que el doble de
bondad inundara sus ojos.
Ese día, el martes 26 de
febrero para ser exactos, durante la evaluación con el E.O.E, y tras leer el
informe de psicología que traíamos, tuvimos la grata sorpresa de confirmar lo
que siempre supimos como padres, que nuestra princesa no tiene el Trastorno del
Espectro Autista.
Tanto psicopedagogía como psicología rechazaron el informe, explicaron que la niña tiene características propias de su Parálisis Cerebral y que no tiene en ningún
momento rasgos del espectro autista. Aclararon que su actitud defensiva es
producto de la “cantidad de personas que la han manipulado, tocado e invadido a
lo largo de su vida” y que lógicamente hace que su defensa sea aislarse.
La emoción que sentimos
fue increíble, papá no lo podía creer, se la salieron las lágrimas y manifestó
al equipo que él siempre lo ha sabido y lo ha expresado a los especialistas que
la han tratado y que ha sido una lucha desde un tiempo para acá.
En realidad, fue un
momento de alivio, de inmensa alegría y paz, pues siempre supimos que Elizabeth
no tiene TEA, que sus características todas son propias de su condición ¡Claro
se trata de una lesión cerebral, no es cualquier cosa! Y siempre explicamos que
ha sido expuesta a demasiadas personas para su atención y tratamiento y su
forma de evitarlo es encerrarse en sí misma y no relacionarse con quienes
vienen a tratarla, hasta que les gana confianza.
Pero no ha sido sencillo,
han sido varios los especialistas que insistieron muchas veces en que aparte de
su condición tenía TEA y no auguraban un
futuro muy prometedor para ella, incluso gracias a ello las trabas para su
integración escolar se hicieron mayores.
Por ello, estar ahora
aquí, ver con nuevos y Buenos Aires esta otra forma de manejo de su condición,
comprobar a diario que aquí los casos de niños con necesidades especiales son
más comunes y por ende más normales. Ver que buena parte de la sociedad se encuentra
más sensibilizada y ello incluye tanto a maestros y médicos como al chico que
atiende una tienda, todo ello y el apoyo que desde la atención médica y escolar
Elizabeth ya ha recibido, nos confirman que tomamos la mejor decisión salir de
nuestra tierra para buscar para Elizabeth un mejor futuro, un bien mayor.
Sabemos que el camino que
viene no es ligero, ni fácil, pero sabemos también que Dios en su infinita
misericordia nos abraza y que si Él ha dispuesto que llegásemos a la Argentina
es porque sabe que este es el país donde Elizabeth podrá avanzar mucho más.
Ahora nos encontramos
aquí, dispuestos a continuar el camino de esta aventura maravillosa que es ser
padres de nuestra princesa Elizabeth, retomaremos este blog, hace tanto
abandonado, para contarles de los avances de Eli, para hablar sobre su
condición y sensibilizar sobre el mundo de la discapacidad y para contarles
también de cada una de las terapias y tratamientos que hemos realizado y qué
han aportado en los avances de la niña.
Estábamos en silencio
pero no ausentes, ahora más esperanzados, con nuevas fuerzas y con un mundo de
posibilidades, continuamos el camino con el norte claro de avanzar cada día
junto a Elizabeth ¡Por Un Bien Mayor!
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