Un
camino es un camino, aunque a veces no vislumbremos claramente cuál es. Un camino
es un trayecto, un viaje, un recorrer. Implica obligatoriamente un andar,
porque sólo en ese andar puede alcanzarse la meta, ese destino hacia el cual
nos hemos encaminado.
El
detalle es que en ocasiones no sabemos cuál es la meta, y por ende se nos dificulta
ver con claridad los pasos que debemos dar y el camino que debemos seguir. Por
ello es necesario conocer primero lo que realmente queremos, volverlo
prioritario, hacerlo un propósito y entonces, con esa meta clara trazar la ruta
y comenzar a caminar.
En
el caso de nuestra princesa Elizabeth, la meta estuvo clara desde el principio,
aunque con el transcurrir del tiempo, el crecimiento que como padres hemos
tenido en su proceso que también es nuestro, y con el empuje de su ánimo, la
meta haya ido evolucionando también.
En
un principio su movilidad era la meta, y por ende todas las terapias y
tratamientos médicos se encaminaron hacia ese objetivo, había que lograr vencer
la hipertonía y ganarle el paso a la espasticidad, tras mucho andar Elizabeth
pasó de no moverse a poder tomar su propio biberón, sentarse, intentar el gateo
y tener la movilidad básica como para sostenerse, evitar caídas y ¡bajarse de
la cama!
Luego
la meta siguiente era que lograse caminar, y ese ha sido el trabajo constante
de los últimos años, porque caminar, lo que para todos es sólo andar, para
Elizabeth ha sido un proceso y es que lo es. Para caminar se requiere
equilibrio, vencer a la gravedad que constantemente empuja nuestros cuerpos
hacia abajo y lograr levantarse, requiere fortaleza, que piernas y tronco
logren soportar el peso del cuerpo y luego coordinación, que todo el movimiento
de brazos y piernas logre ser coordinados para tener soltura y facilidad de
marcha. Lograr la marcha requiere que el cerebro se mantenga durante todo el
proceso atento, dando órdenes al cuerpo, evaluando lo que el cuerpo hace y re
direccionando su acción, corrigiendo y así constantemente.
Para
quienes aún no logran la coordinación perfecta o el equilibrio necesario
existen los equipos ortopédicos de apoyo, por ello Elizabeth después de mucho
esfuerzo ha logrado caminar pero con el apoyo de su andadera posterior. Este es
un gran paso, diríamos que una meta alcanzada, porque cada etapa de este
proceso ha implicado alcanzar una meta tras otra.
Ahora,
¿cuál meta sigue? Muchos nos preguntan cuándo Elizabeth dejará la andera y
caminará sola, esta interrogante a veces me causa enojo y otras tantas una risa
irónica. ¿Cuándo dejará la andera? Cuando todo su cuerpo logre funcionar
armónica y coordinadamente. Cuando adquiera mayor fortaleza y destreza, cuando
se sienta segura de sí misma, cuando pueda sostenerse sola y dar pasos sola,
¿cuándo? ¡Cuando Dios quiera!
Entiendo
perfectamente el interés de quienes preguntan, su preocupación y sus ganas de
ver a Elizabeth moverse con total independencia, pero para ello se requiere
continuar el camino, y en el caso de las condiciones motoras, el camino es en
sí un proceso. Un proceso terapéutico, médico, neurológico, y de tantos otros
factores que intervienen en su desarrollo. Procesos que una persona sin
condición supera rápidamente y que luego realiza de forma automática por el
resto de su vida.
La
meta, el norte, nuestro propósito, no es lograr únicamente que Elizabeth suelte
la andadera, sino que va más allá, se trata de lograr que en medio su lucha por
caminar en libertad también pueda lograr la independencia en otras áreas de su
vida, cómo alimentarse sola, vestirse, escribir, integrarse en sus espacios
escolares y sociales, es decir, que pueda ser una niña, joven, adulta,
funcional, libre y feliz, aunque en ese proceso, quizás, y no es falta de fe
sino objetividad, no logre soltar la andadera.
Conocemos
niños y jóvenes pro activos, ágiles, inteligentes, con parálisis cerebral o dificultades motoras, que aún caminan con su
andadera, para nosotros como padres, que nuestra princesa guerrera haya
conseguido desplazarse con el apoyo de una andadera, es un paso gigante, un
logro maravilloso que nos motiva a continuar y a ella sobre todo, porque ama
caminar y caminar y aún no tiene un año de haber empezado a hacerlo.
Y
entonces, ¿Cuál es la meta? Pues después de mucho andar junto a Elizabeth y
saber que aún nos falta mucho más, la meta actual, la meta futura, la meta a
corto, mediano y largo plazo es: su felicidad. Y gracias a Dios, nuestra
princesa guerrera a pesar de sus luchas, sus sufrimientos con las terapias y
las cirugías, es una niña feliz.
Caminar
ha sido entonces una meta, un camino y un proceso, se ha convertido en un logro
y definitivamente en un aprendizaje. Caminar ha sido emoción, lucha y alegría.
Descubrir que podía caminar con apoyo y a partir de allí ganar la confianza
para hacerlo constantemente se ha transformado en más que un logro, es un nuevo
arranque y un nuevo camino hacia la meta a la cual llegaremos ahora sí,
caminando.
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